En la era digital, los clientes PYMES no siempre tienen la razón
En el mundo empresarial actual, especialmente con clientes de medianas y grandes empresas, lo que verdaderamente tienen no es «la razón», sino requerimientos específicos para alcanzar sus objetivos de negocio y estrategias de marketing. Estos clientes, con una visión profesional en la gestión, saben exactamente lo que necesitan para hacer crecer sus marcas y cumplir con sus metas.
Los llamados clientes corporativos demandan con conocimiento de causa. Comprenden el impacto de cada acción y exigen en consecuencia, lo que facilita el trabajo conjunto a las agencias creativas digitales como Rara Indie. Tener claro lo que buscan genera sinergias que permiten flujos de trabajo ágiles y eficientes, donde los plazos se respetan y la calidad es siempre una prioridad. Este tipo de cliente planifica, establece métricas, asigna presupuestos y apuesta por la creatividad. No solo responden a las demandas actuales, sino que se anticipan a las futuras, asegurando que la propuesta de valor de sus marcas se mantenga relevante y competitiva y para eso estamos nosotros, para planificar, configurar y optimizar estrategias creativas de campañas online para ayudarlos a alcanzar sus objetivos de negocio.
Por otro lado, los clientes PYMES compuestos por pequeñas empresas y negocios, tienden a gestionarse de manera reactiva e intuitiva. A menudo, actúan impulsados por emociones, influenciados por experiencias pasadas, sin una planificación clara ni estrategias definidas. En lugar de establecer objetivos sólidos, se enfocan en reaccionar ante caídas en las ventas, movimientos de la competencia o recomendaciones bien intencionadas de colaboradores cercanos, pero sin fundamento estratégico. Esta falta de estructura y análisis limita su capacidad de crecimiento y sostenibilidad en un mercado cada vez más competitivo.
A medida que los mercados evolucionan, tanto para consumidores finales como para clientes empresariales, la oferta y la demanda se sofistican rápidamente, en gran parte gracias a los avances tecnológicos. La adopción de nuevas tecnologías y herramientas digitales ha reducido costos y acelerado procesos, como bien lo ilustra la famosa ley de Moore. En el caso de las agencias creativas, esta evolución ha incrementado nuestra eficiencia y productividad a niveles inimaginables, al tiempo que los costos se reducen, permitiendo competir en condiciones más democráticas por la atención y preferencia de los consumidores.
Sin embargo, este «combo virtuoso» solo es posible con altos grados de profesionalismo y especialización. Paradójicamente, muchas empresas fracasan al intentar gestionarlo todo internamente con agencias in-house. Los resultados insuficientes en un entorno tan competitivo han demostrado que el camino hacia la excelencia sigue siendo el mismo: transformar los objetivos de negocio y marketing en estrategias de campaña, conceptos creativos, producción de anuncios y resultados medibles. Solo así se puede garantizar un rendimiento óptimo y sostenible.
Las PYMES, que constituyen la mayoría de las empresas en cualquier país, enfrentan desafíos considerables. Según un informe del Foro Económico Mundial (World Economic Forum), alrededor del 67% de las PYMES en todo el mundo tienen dificultades para sobrevivir durante sus primeros cinco años. Este dato refleja la alta tasa de mortalidad de las pequeñas y medianas empresas a nivel global.
Uno de los principales retos son los “dolores de crecimiento”, que se refieren a los problemas que enfrentan las empresas al expandirse, especialmente cuando lo hacen rápidamente sin la preparación adecuada. Estos dolores incluyen ineficiencias operativas, procesos poco claros, funciones mal definidas y una dependencia excesiva de la dirección general. Este concepto, popularizado por Michael Laverty y Chris Littel, subraya la importancia de estar preparados para el crecimiento.
Está empíricamente demostrado que lo único que asegura la supervivencia a largo plazo es el crecimiento económico y financiero. Para lograrlo, es fundamental entender que, al igual que en la construcción de infraestructuras, cuanto mayor es el desafío, mayor es la necesidad de incorporar capacidades, recursos y talento. Y el talento, en este contexto, se refiere a la capacidad demostrada de trabajar en equipo, adaptarse a nuevas situaciones y aprovechar las oportunidades que el mercado ofrece.
Lo que queremos transmitir aquí es la necesidad ineludible de que los empresarios comprendan que saber no es suficiente: se trata de mejorar continuamente en la toma de decisiones. En esta era de revolución tecnológica, las decisiones deben tomarse en contextos dinámicos y cambiantes, donde la incertidumbre y la volatilidad son constantes. Los procesos, por tanto, deben ser extremadamente flexibles y adaptativos para lograr los objetivos.
Reflexión final: Si pensáramos en conducir un auto y acelerar de cero a cien y sostener después esa velocidad, no solo necesitaríamos combustible, sino también un motor potente, la habilidad del conductor, distancia y tiempo. Lo mismo ocurre con las grandes, medianas y pequeñas empresas: el crecimiento sostenido y sustentable es esencial para obtener beneficios a largo plazo. Como es evidente, las grandes empresas comenzaron siendo pequeñas y medianas, pero entendieron que para seguir creciendo a largo plazo era necesario sumar nuevas capacidades y talentos, expresados en equipos de alto rendimiento.
Las PYMES que no logran adoptar esta visión, permanecen ancladas en una gestión cargada de entusiasmo y emocionalidad, pero carente de la profesionalización necesaria para competir hoy en día. Es imperativo que se adapten a una gestión más estratégica, donde el marketing y la publicidad digital jueguen un rol fundamental para enfrentar los cambios disruptivos que ocurren constantemente.
En definitiva, las oportunidades son infinitas para quienes saben sumar las capacidades y talentos necesarios para aprovecharlas. No obstante, uno de los sesgos cognitivos más comunes entre los responsables de PYMES es el statu quo: la tendencia a mantener las cosas como están por miedo al cambio. En un mundo donde el cambio es la única constante, este enfoque limita su capacidad de evolución y éxito, incluso cuando los beneficios potenciales superan claramente los riesgos.